jueves, 26 de marzo de 2015

Texto con j

Había una vez, cuatro hermanas llamadas Jéssica, Julia, Julieta y Jazmín. Ellas vivían en un país llamado Japón, además eran las princesas. Sus padres Jaira y Jerónimo andaban muy preocupados, pronto sería el día del dios Jeroteo y la diosa Jayden. Como ofrenda debían presentar un esquema jeroglífico y a los futuros reyes de aquel país. 
El problema era que las chicas se negaban a casarse sin sentir sentimientos por algunos de los chicos. Los reyes fueron colgando carteles por toda la ciudad. Pocos días después llegó un príncipe muy apuesto que se llamaba Javier y decía que venía de Jaén una cuidad de España. El joven le contó a los reyes que era jinete en un gran ejército
A Julieta le llamó mucho la atención, y en pocos días   Julieta estaba enamorada. No pasó ni una semana cuando Jacobo llegó al castillo, era un joven muy cuidadoso, tenía una armadura muy lujosa y un escudo con muchas lentejuelas. Julia se sentía muy atraída por él, así que en dos días el amor había llamado a la puerta de Julia
Tan solo quedaban seis días para ese día tan especial y Jazmín y Jéssica no tenían marido con el que casarse. En ese mismo instante dos jóvenes llamados Jesús y Job parecieron en la sala con dos preciosas joyas. Llegó el gran día las princesas y sus novios estaban enjabonando las estatuas de los dioses. 
Dos horas después la ceremonia empezó. Todas las princesas se casaron con sus parejas. A Julieta no se contenía la lágrimas y sus ojos emocionados empezaron a llorar. Javier se arrodillo y le puso una joya con forma de abeja. A Julia Jacobo le puso un anillo con forma de Jamaica. A Jéssica Job le puso el anillo, pero como tenía el dedo con un vendaje le costo mucho. A Jazmín Jesús le puso un diamante y después le dio una flor de Justicia. Y desde entonces todas viven felices y contentas.

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